Al abrazar principios bíblicos, aprendí a ver la comida y mi cuerpo con nuevos ojos, cultivando una relación llena de respeto y amor. Con paciencia y fe, logré adelgazar 70 lb (31.75 kg) sin caer en dietas extremas, sino optando por un estilo de vida sostenible y auténtico, uno que honra la sabiduría de nuestras raíces y nos impulsa hacia un futuro de libertad en Dios.